Iruya

Esta foto la tomamos desde el mirador, de la entrada.
Iruya es un pueblito colgado del cerro, de calles empedradas, algunas terminan en la nada, es decir, son de final abierto, lo que sigue es el precipicio.
Por estas callecitas andan burritos sueltos y ya domesticados...

Nos llamó la atención que hay muchos hospedajes, todos con nombres de mujeres y atendidos por mujeres... Allí como en otros lugares, en la actividad turística hay muchas mujeres con emprendimientos propios.

El pueblito es chiquito, rápido lo recorres y aprecias. Uno tranquilamente puede ir a la mañana y volverse en el colectivo después de almuerzo o a la misma tarde.

Es admirable la gente que vive allí tan lejos, entre las montañas. Nos asombraba y pensábamos en sus fundadores: ¿Qué haciendo fueron a fundar un pueblito allí?.

La vuelta fue más sorpresiva aún, puesto que del camino curvilíneo, aparecían personas desde la vuelta de algún cerro o quebrada para tomar el colectivo... aparecían de la nada o como por arte de magia, porque no se divisaba sus casas por lo general.
También en el trayecto vimos vicuñas y aves.

Sin duda alguna, es una linda oportunidad el poder conocer este lugar y sentir el placer que otorga la visión de la naturaleza.